El Origen del Botón
La palabra “botón” proviene del término francés “bouton”, que en botánica significa gema de una flor.
Era una palabra popular en el ambiente agrario, utilizada para referirse a los botoncitos que aparecen cuando una planta empieza a brotar. Procede, a su vez, de una voz francesa con el significado de realzar.
Los primeros objetos empleados con una función similar a la del botón fueron conchas de molusco perforadas en el centro para poder atarlas a las prendas.
Estos hallazgos se datan entre 2800 y 2600 a.C., en el valle del Indo, una región que comprendía la actual Pakistán, el noroeste de la India y Afganistán.
En aquel tiempo, los botones cumplían más una función decorativa que práctica, ya que las prendas apenas tenían aberturas que cerrar.
De adorno a símbolo de lujo
El uso funcional del botón no se conoció hasta el siglo XII, cuando comenzó a utilizarse con una finalidad más ostentosa que práctica, símbolo de lujo y riqueza entre la nobleza, que los lucía como auténticas joyas elaboradas en oro, plata y otros materiales preciosos.
A partir de ese siglo, se empezaron a fabricar botones esmaltados, pequeñas piezas de oro o piedras preciosas que adornaban las mangas de los vestidos y cerraban los jubones, una prenda ajustada al cuerpo que cubría desde la cintura hasta los hombros.
En el siglo XIII, el vestido masculino podía tener hasta treinta y ocho botones forrados de seda de distintos colores, dispuestos desde el hombro hasta la cintura, sin que hubiera dos iguales en toda la botonadura.
Cabe recordar que la palabra botón, además de su raíz botánica, conserva ese significado original de “realzar” o “embellecer”.
De la ostentación a la función práctica
El botón comenzó a adquirir una función práctica en el siglo XV, durante la corte de Enrique IV de Castilla (1425–1474).
Desde entonces, su uso se amplió a prendas como el justillo, una prenda sin mangas que ceñía el cuerpo y llegaba hasta la cintura.
También se emplearon botones para decorar mangas y hombreras, sustituyendo poco a poco a las pasamanerías e incluso llegando a usarse en los zapatos.
Cada botón se elaboraba a mano, y los artesanos se enorgullecían de no hacer dos iguales, convirtiéndolos en auténticas obras de arte.
En la ropa femenina, las botonaduras —que solían comenzar a la altura del codo— tenían un carácter puramente ornamental, signo de distinción y estatus social.
La fabricación seriada y la influencia inglesa
A finales del siglo XVIII, el estilo inglés comenzó a destacar dentro del mundo de la apariencia y la moda.
Esta corriente, impulsada por una burguesía cada vez más fuerte, apostaba por un vestir más práctico y sobrio, alejándose de la opulencia afrancesada.
Fue entonces cuando apareció la fabricación seriada de botones en distintos materiales, como:
- Hueso,
- Metales moldeables, especialmente el acero,
- Y otros materiales más asequibles para las clases con menor poder adquisitivo.
Con el tiempo, las razones originales de su uso se fueron disipando, pero las costumbres —como en muchos otros aspectos del vestir— perduraron a lo largo de los siglos, manteniendo al botón como un elemento esencial tanto funcional como decorativo en la historia de la indumentaria.






